Thich Nhat Hanh: Las tres puertas de la liberación

 El Corazón de las Enseñanzas de Buda
En su magnífico libro El Corazón de las Enseñanzas de BudaThich Nhat Hanh dedica un capítulo a Las tres puertas de la liberación en el budismo.

Este libro es realmente clarificador y profundo en el abordaje de los concpetos fundantales del budismo, en lo referente a las tres puertas de la liberación Hanh nos recuerda que son : shunyata, animitta y apranihita.

Veamos que quiere decir cada una de estas nociones y su aplicación en la práctica budista. Como señala el maestro budista vietnamita cuando atravesamos estas puertas vivimos concentrados, nos liberamos del miedo, la confusión y la tristeza.

Shunyata, es la primera puerta, y se puede traducir como "vacío" pero en realidad es un concepto que en el contexto del budismo cobra una particularidad muy peculiar enlazada directamente a otra de las ideas fundamentales de la enseñanza de Buda : La interdependencia.

Practicar el  vacío o alcanzar la concentración en el vacío ( shunyata samadhi) significa darnos cuenta y permanecer atentos a que estamos conectados a todo y cada una de los elementos del universo, de esa manera nuestro ego, nuestra personalidad, todo referente de existencia es sometido a un cuestionamiento radical liberando de fronteras que empujan a la lucha, la codicia, la envidia, la posesividad y el orgullo.

Cuando practicamos esta conciencia de la interdependencia nos damos cuenta que que ninguna esencia es por sí misma, y en lo referente a la psicología humana, eso puede tener un impacto tan grande que tal vez es hasta aterrador. Creo que este camino de clarificación es novedoso con respecto a como comprenden la cuestión del vacío otros sistemas de pensamiento y a la vez que conmovedor es pacificante en realidad, como es típico del budismo nos pone delante evidencias que con simplemente observarlas nos puede hacer reir de nosotros mismos. Estar vacío es ser parte de todo, y darnos cuenta de que el aleteo de una mariposa en un campo de flores a miles de kilometros de nuesto salón puede desencadenar el terremoto más temible y llevarse este mundo por delante, tal vez exagerado y por demostrar, pero tal vez.

La segunda puerta es Animitta, o "sin signo", sin objeto a percibir. Esta segunda puerta y su acceso es permitido por lo que Han llama la concentración en la insignificabilidad, si es que se puede traducir de esa manera.  Como dice "hasta que no rompemos los signos, no podemos tocar la realidad. Mientras estamos atrapados en los signos- redondo, cuadrado, sólido, líquido, gas- sufrimos"

En realidad nada puede ser descrito a través de un único signo, tal vez por eso, el arte, la música, la poesía. El intento humano de definir, categorizar y enmarcar las cosas e incluso a las personas dentro de categorías estáticas, facilita determinadas cosas pero engendra monstruos como el racismo, los nacionalismos, las sectas extremistas y muchas más fatalidades que conducen al odio, el rechazo y la muerte por la única razón de definirse como algo y elegir un enemigo como lo opuesto.

Romper con esos estancos y conceptos, definiciones y términos es muy difícil y vivir también allí la interdependencia de todo el universo, por ejemplo en cuestión de honor por la raza, cabría recordar que todos venimos del pez, y si seguimos más lejos sabe quien de donde, átomos errantes partículas, bosones.....

Liberarnos del peso de esas palabras y marcos también nos permite no reaccionar ante lo que intenta ponernos dentro de ellos. La ira, el orgullo y el odio también nacen cuando nos sentimos atacados en esa identidad que queremos nos defina. Diluir el "soy" y el "pertenezco a" es un camino tal vez difícil pero en un instante podemos ser liberados de una carga y un peso enorme y dejarnos fluir en la esencia de lo sin nombre, lo no nacido, ser en los instantes, en lo múltiple de las acciones, en la dicha de los momentos que hacen el hilo de la vida.

La tercera puerta es la "no meta", Apranihita.

Como dice Han no hay nada que hacer, nada en lo que convertirse, no hay programa ni plan, no hay agenda. No hay necesidad de correr detrás de nada, ya tenemos todo lo que buscamos y somos todo en lo que queremos convertirnos. Todos los elementos para la felicidad están en ti y nada te los puede arrebatar, ni la privación de libertad, ni la enfermedad, ni la miseria económica.

Las metas, objetivos, planes y proyectos, los reconocimientos y títulos, son otro de los escenarios de la carrera humana en busca de la felicidad, son otras de las causas de guerras y pugnas, de envidias cotidianas de luchas de puro prestigio y de mucho sufrimiento cuando las cosa no marchan según esos planes y objetivos, o no ocurre todo lo pronto que se quiere. Posesiones, status, títulos... que empujan a quitarse del medio todos los obstáculos que se interpongan, incluso amigos y seres queridos perdidos por esa lucha.

Pero sobre todo, con el ojo, el corazón y la mente en ese futuro, el presente se escapa, se diluye y no se vive, cada momento vivido es mísero y poco, visto desde esa meta futura.

Mirar hacia dentro y alrededor, ver lo que eres y lo que ya tienes, sobre todo lo que nada ni nadie te pueda quitar, tu libertad, tu capacidad de elegir que inlcluso en la peor de las circunstancias la dicha de la vida te pertenece y que el tiempo que tienes en cada segundo para respirar es tuyo aqui y ahora, que mayor felicidad que la capacidad de poder decidir "soy feliz".

Recomiendo este magnífico libro a todos los admiradores de este maestro vietnamita y lo considero una de las mejores introducciones al budismo que se hayan escrito.


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